jueves, 10 de febrero de 2011

La gente no tiene corazón,

¿Qué? ¿Querías verme llorar? Vale, ya está, ¿contento? Igual quieres que te dedique una lágrima. Oh, no, las quieres todas, ¿a que sí? Vale, venga, ven a por ellas, te las meto en un tarrito y te las llevas, ¿vale? De recuerdo, ¿quieres? Te las quedas. Para siempre. Para toda la eternidad. Hasta que te canses de ellas, hasta que te arrepientas, hasta que los recuerdos en ellas comiencen a ser transparentes. Hasta que el mundo decaiga. Hasta el fin de él. Pero no nos desviemos, estamos hablando de ti. Sí, de ti, ese eres tú, el que habla y luego se esconde, el que da y espera recibir. Que pasas desapercibido pero eres grande, te crees grande. Y sí, déjame decirte, que lo único grande que tienes es el ego que se arrastra detrás de ti tras los umbrales de las puertas, como tu sombra, a decir verdad, tu único amigo. Estás ciego, tus ojos no ven. Date cuenta de la vida de una vez, por favor.

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