viernes, 18 de febrero de 2011

Por el simple deseo de recordarte.

Aún hoy puedo dibujar en la arena tu sonrisa.


Fue hace mucho tiempo, cuando todavía existían las estrellas fugaces en sí, cuando aún cumplían deseos. Fue poco después del Big Ban... o quizás no tanto, quizás fue mucho después, de eso ya no estoy segura. Pero de lo que sí estoy segura es de que te conocí, de que te fuiste y de que aún te recuerdo, te recuerdo como si fuera ayer cuando existían campos de margaritas sin pisar, cuando las rosas aún no tenían pinchos y sus tallos eran de un color verde puro. Cuando el mar aún era infinito, cuando no se veía la otra orilla. Creo que todavía recuerdo tu olor, y tu voz. Sí, sí, recuerdo el sonido de tu voz. Recuerdo que una vez me leíste un poema. No era un poema de amor. La verdad, no recuerdo de qué era. Pero no era de amor. Tampoco recuerdo tu cara. Pero recuerdo algo de ti. Algo importante, algo que te caracterizaba, algo que era tuyo, tuyo y de nadie más. Era único.


Aún hoy puedo dibujar en la arena tu sonrisa.

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